El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró el lunes que Estados Unidos ha logrado un "reinicio total" en las relaciones con China después de que ambos países acordaran reducir los aranceles recíprocos durante 90 días.
El presidente Trump dijo que no prevé que los aranceles estadounidenses sobre las importaciones chinas vuelvan al 145% tras la pausa de 90 días que han acordado, y añadió que cree que Washington y Beijing llegarán a un acuerdo más allá de esta pausa temporal.
“Han acordado abrir China, abrirla completamente. Y creo que será fantástico para China. Creo que será fantástico para nosotros. Y creo que será excelente para la unificación y la paz”, declaró Trump en una conferencia de prensa en la Casa Blanca.
Tras conversaciones este fin de semana en Ginebra, se anunció que Estados Unidos reducirá los aranceles adicionales que impuso a las importaciones chinas en abril de este año del 145% al 30%, y los aranceles chinos sobre las importaciones estadounidenses se reducirán del 125% al 10%. Las nuevas medidas tienen una vigencia de 90 días.
El presidente especificó que el acuerdo no cubre aranceles sobre automóviles, acero, aluminio ni productos farmacéuticos.
Asimismo calificó las conversaciones en Ginebra de “amistosas”, añadiendo que la relación entre ambas naciones “es muy buena” y que Estados Unidos no busca perjudicar a China.
Las reuniones de Ginebra fueron las primeras interacciones cara a cara entre altos funcionarios económicos estadounidenses y chinos desde que Trump regresó al poder en enero pasado, y lanzó una ofensiva arancelaria global, imponiendo aranceles particularmente elevados a China.
El presidente Trump dijo que podría hablar con el presidente chino, Xi Jinping, a finales de esta semana, en medio de los avances que se han logrado entre estos dos rivales económicos. Washington y Beijing han anunciado en un comunicado conjunto que establecerán un mecanismo para continuar las conversaciones sobre las relaciones económicas y comerciales entre los dos países.
En febrero, Trump impuso un arancel del 10% a todas las importaciones chinas, alegando motivos de seguridad nacional y la crisis del fentanilo. Acusó a China de no frenar el flujo de fentanilo y sus precursores a Estados Unidos, lo que, según dijo, estaba alimentando una epidemia mortal de opioides.
China respondió rápidamente con aranceles del 10% al 15% sobre los productos energéticos y agrícolas estadounidenses, incluyó en una lista negra a empresas estadounidenses y restringió las exportaciones de minerales críticos.
Durante los meses siguientes, ambas partes intensificaron drásticamente sus medidas: los aranceles estadounidenses alcanzaron el 145% y los de China el 125%, junto con otras represalias no arancelarias, como la suspensión de las negociaciones de TikTok y el recorte de las exportaciones de tierras raras, lo que perturbó el comercio mundial.
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